En el nuevo mundo que se está forjando, se habla cada vez más de que la "clase media" está desapareciendo, dejando una brecha entre los ricos y quienes no lo son. No podría llamar "pobres" a estos últimos, porque gracias al fenómeno del capitalismo, las necesidades básicas están siendo satisfechas en muchas economías del planeta. Es solo cuestión de tiempo para que la pobreza material se convierta en un problema del pasado.
El verdadero problema es que estamos enfrentándonos a un nuevo tipo de pobreza, una que yo llamaría “pobreza del alma”. Esta radica principalmente en la falta de significado que le damos a nuestras vidas.
El trabajo sin sentido
Cada vez tiene menos sentido trabajar de 8:00 a 18:00, de lunes a viernes (o sábado incluso...), solo para conseguir un salario que apenas alcanza para cubrir lo mínimo. Peor aún, en la mayoría de los trabajos, todo ese tiempo invertido significa tener un jefe al que odias, compañeros que se atacan entre sí, y vivir en un estado constante de estrés y supervivencia. Son muy pocos los que logran un entorno laboral decente, y menos aún quienes consiguen que ese entorno se mantenga en el tiempo.
El sueño de la familia propia
Si antes era difícil conseguir el sueño de la casa propia, hoy es mucho más complicado formar una familia. Constituir un proyecto de familia ya parece el peor deal de todos; algo está ocurriendo que hace que la probabilidad de divorcio sea casi asegurada. Casarse se ha convertido en una especie de “experiencia de lifestyle”: compras la experiencia de vivir la ceremonia, las fotos, la mímica de las familias uniéndose, el altar, el ramo de flores, la liga, los amigos, la fiesta, la luna de miel, y jugar a la mamá y al papá un tiempo, hasta que todo se vuelve demasiado problemático. Salió bastante cara la experiencia, estuvo entretenido, pero ahora toca separarse. ¿Lo peor? Muchas veces quedan niños complicados en el camino; de hecho, algunos ya han optado por tenerperrhijosygathijospara reducir costos y responsabilidades emocionales.
La enfermedad como un destino asegurado
¿Y respecto al bienestar? De eso mejor ni hablar. Mejor disfrutemos la vida comiendo y bebiendo como si no hubiera un mañana, porque ya todo lo anterior —entre trabajo y relaciones— es un caos. ¿Cómo me hago responsable de mi salud entonces? Pues pagando seguros carísimos que me permitirán llenarme de exámenes médicos y medicinas químicas a bajo costo, para ver si logro seguir de pie aquí un tiempo más.
Esto es una espiral de autodestrucción en la que la sociedad moderna se adentra sin darse cuenta. El fuego interior de la vida comienza a apagarse, y así llegamos a este nuevo tipo de pobreza: un alma que ha perdido su vigor.
Por otra parte, están los millonarios; hoy en día, cada vez más coaches y marketers en diversas áreas nos venden el sueño de hacerse millonario. ¿Es posible lograrlo? Yo creo que sí, pero se estima que solo el 1% de la población mundial lo consigue. Y la realidad se vuelve más cruda aún cuando se estima que solo un 5% de la población gana un sueldo por encima de 5.000 dólares.
Afrontémoslo, ser millonario no es para todo el mundo en un futuro próximo. ¿Es posible? Sí, y ya lo abordaremos en otros blogs, porque este tema me apasiona. Sin embargo, hoy quiero profundizar en el gran porcentaje de personas que no lo alcanzarán. Un porcentaje donde podríamos estar tú y yo.
¿Qué hacemos entonces?
Después de muchas vueltas durante los últimos 18 años desde que entré al mundo laboral, hace muy poco por fin comprendí que el secreto es lograr un equilibrio entre tres áreas maestras: salud, dinero y amor.
Salud
Tener un cuerpo en su máximo rendimiento: ágil, sin enfermedades, estético, lleno de energía para trabajar incansablemente por tus objetivos, mente lúcida, libre de depresión, ansiedad y estrés. Si tu propio vehículo para moverte en esta realidad tridimensional no está bien, vivir en este mundo siempre será muy difícil. No podrás concentrarte en todo lo demás.
Dinero
No se trata de ser millonario; se trata de vivir en un estado de abundancia donde puedas solventar todos tus proyectos materiales. Tener una buena situación económica es fundamental para navegar el mundo moderno.
Si vives en un estado de carencia, con la sensación de que siempre te faltará algo; si tiendes a sacrificar la calidad, a vivir limitado, obsesionado con el ahorro o con una inclinación al derroche, el dinero se te va como agua entre los dedos. Además, si tienes conflictos negativos asociados al dinero —como creer que los “ricos son malos” o que el “dinero es la raíz de todos los problemas”— entonces vas muy mal en esta área.
Amor
Tener relaciones interpersonales de gran calidad, amigos que te nutran, te inspiren y te llenen de buena energía. Contar con personas para levantar proyectos, iniciativas, y crear espacios donde todos ganan. Y qué mejor, lograr ese proyecto de pareja, esa persona especial con la que te complementas y puedes transitar el camino de la vida acompañado. Ese es el gran sueño.
En cambio, si estás más solo que un clavo, aislado, tímido, o con una adicción a pasar demasiado tiempo en soledad, esta área maestra comienza a decaer. Vivir el amor se hace muy difícil, porque te alejas de la práctica del altruismo.
El equilibrio
Soy un convencido de que nuestro objetivo de vida no debería ser tener un trabajo estable, una carrera, formar una familia o confiar en que la medicina moderna podrá curar todos nuestros males.
El verdadero objetivo debería ser convertirnos en maestros de estas tres áreas de la vida. Comenzando por la salud, pues como dicen, una persona enferma solo puede pensar en una sola cosa: sanarse.
Cuando seas sano, podrás dedicarte al dinero; si tu mundo interior está en armonía, solo es cuestión de tiempo para que tu mundo exterior se manifieste por correspondencia.
La pobreza material ya está quedando atrás; hoy debemos aprender a recibir la riqueza espiritual. Cuando tu mundo interior y exterior estén en armonía, el amor llegará a ti, como las mariposas se posan en el más bello jardín.
Este blog es el primero de una serie donde profundizaré en cada una de estas áreas maestras ¡Gracias por llegar hasta aquí!